"Relato a dos plumas Kike73 y Geraldine Lumière



Me llamo Laura y trabajo para una firma de cosmética de alta gama como representante. En mis viajes diarios suelo parar siempre en el mismo hotel, situado en el centro de Madrid. Así por la mañana me quedan todas las visitas cerca, el desplazamiento es más cómodo y barato... o sea a pie.
Suelo llegar temprano al hotel pero hoy un cliente se me ha complicado y de camino he tenido que llamar para reservar habitación. La chica de recepción me ha dicho que he tenido suerte, pues acaban de anular una reserva.
Nada más llegar y recoger la llave me voy derecha a la quinta planta, que es donde se encuentra mi habitación. Salgo a la pequeña terraza a ver esas vistas nocturnas de Madrid que tanto me gustan y de paso me echo un cigarrillo, no fumo mucho pero no puedo quitarme ese vicio... bueno... ni otros.
Al darle casi la última calada apoyada en la barandilla, escucho un hombre toser a mi derecha. Con lo cotilla que soy yo, miro sin ningún pudor. Para mí sorpresa el individuo me está observando y no de ahora, sino desde hace rato. Me llama la atención sus rasgos tan marcados y tan masculinos dignos de un modelo... no puedo apartar la vista de su cara y menos de sus carnosos labios, siento como mi tanga se va mojando, estos deseos incontrolables de follar... qué mal me estoy sintiendo, así que con una sonrisa ladina me despido del extraño.
Me voy derecha a la ducha, no solo para calmar mi calentura, sino también para quitarme ese estrés de todo el día. Una vez acabo llamo a recepción para saber si aún servían cenas y al responder que sí, me visto a la velocidad de la luz. Me pongo mis vaqueros desgastados, una camiseta blanca de manga ancha y cuello de barca, mi pelo suelto y mis manoletinas... pues después de ir todo el día con tacones se agradece ir de plano.
Me dirijo al ascensor y cuando ya está la puerta a punto de cerrarse un pie la frena. Al volverse a abrir, ahí está el sexi caballero misterioso. He de decir que de cerca está buenísimo

Me llamo Javier, soy director de desarrollo de tiendas de una multinacional del sector textil. Estaba de paso por Madrid, únicamente a pasar la noche, para al día siguiente, estar en Sevilla, a primera hora. El destino quiso que llegara a este hotel, ya al que iba a ir, tenía una avería, y nos recolocaron, en este hotel en el centro de Madrid. Nada más llegar, fui a hacer el check in, le pedí a la señorita una habitación en un piso alto, me dio la 5 planta, seguidamente fui a reservar mesa para cenar, y me subí a la habitación.
Ya en la habitación, me di una ducha, y me puse cómodo, salí a la terraza a respirar un poco de aire fresco. Ya en la terraza, giré mi mirada a la izquierda y allí estaba ella, abollada fumando un pitillo, una morena de pelo rizado, que llevaba unos pantalones de pinzas negros, y una blusa blanca, que con los rayos del atardecer, dejaba ver su silueta, una silueta perfecta. Como veía que no me miraba, tosí a posta, y ella se dio la vuelta. Me quedé paralizado por su belleza, esos azules como el cielo en verano, su boca que solo decía bésame, preciosa mujer, no sabía que decir, y cuando me propuse a hablarle, ella, después de hacerme, una radiografía de arriba a abajo, con una sonrisa picarona, se metió en la habitación.
Yo, sin dejar de pensar en ella hice lo mismo, hice unas llamadas de la empresa, me dispuse bajar a cenar, con una camisa blanca y un pantalón vaquero, y mis castellanos.
Salí a la planta, y el ascensor, se estaba marchando, eche a correr, y lo pare con mi pie. Se abrió el ascensor, y allí estaba ella, como si me estuviera esperando, no podía dejar de mirarla, mi mente solo hacía que imaginarla, en ropa interior, “ ¿buenas noches, bajas?” le pregunté... y parece que la atmósfera cambio, se relajó...

Escuchar su voz al preguntarme si bajo, hace que mi cuerpo se estremezca. Es más atractivo de lo poco que he visto desde la terraza. Me pongo tan nerviosa que contesto con un escueto “sí”. Mientras bajamos hacia el comedor no nos decimos nada de palabra pero eso sí, mirarnos de arriba a abajo, es lo que no paramos de hacer y eso me está poniendo cachonda sin poderlo remediar.

Cuando se abren las puertas del ascensor me brinda el paso para salir, he de reconocer que es todo un caballero pero creo que lo ha hecho para verme el trasero... bueno, pues lo va a ver bien... empiezo a contonearme descaradamente, todo lo que mis manoletinas me permiten, porque si llevase mis tacones... se iba a enterar este lo que es contoneo.

Menos mal que me está esperando el camarero para indicarme la mesa o me siento o me parto en dos de tanto menear el trasero.

Amablemente, me aparta la silla para que tome asiento y me acomoda, seguidamente me pregunta” ¿qué va a querer cenar señorita?”... ufff!! ¡Con el hambre que llevo! pero debo controlarme que de noche no es bueno comer tanto, así que le contesto” por favor una ensalada de la casa, una lenguado a la menier y de beber un vino blanco bien fresco, si puede ser de las bodegas Hispano Suizas”.

Nada más irse el camarero me percato que ese monumento de hombre está a una mesa de mí... que nerviosa me estoy poniendo y más si sigue mirándome así de soslayo.

Comenzamos a cenar a la vez y yo con los nervios me acabo la botella solita, he de decir que voy algo chispada pero si lo analizo bien es mejor, así duermo del tirón. Cuando llega el camarero a pedirme el postre veo que ese morenazo se levanta de su mesa al mismo tiempo y viene hacia la mía, llegan los dos al mismo tiempo, no sé si mirar al camarero para pedirle o mirar a esos labios que me incitaban a comerle la boca en ese instante...

Me contestó un sí, un si un poco seco, no sé si es porque ella es así, un poco borde, o porque tuviera pocas ganas de hablarme. La verdad que mientras bajaba el ascensor no nos dirigimos la palabra, pero con la mirada nos estábamos sacando radiografías el uno al otro, no podía dejar de mirar sus ojos y sobre todo esa silueta que me atraía, me hacía despertar mis más bajos pensamientos.
Se abrieron las puertas de ascensor, y como caballero que soy, la dejé pasar, me quedé paralizado con el contoneo de sus nalgas, me entraron ganas de poner mi mano encima de ese culo firme y apretado.
Por fin en el restaurante, me senté a cenar, pero no muy lejos de ella, para poderla seguir mirando, estaba a una mesa de ella. Si quieres que te diga la verdad no me acuerdo bien que cene, creo que fue una cerveza con un bistec, estaba ensimismado con mirarla, aún recordaba el contoneo que me había regalado antes de entrar en la sala.
No veía el momento de levantarme y sentarme con ella, me atraía y mucho, hasta que llegó la hora del postre, era la hora de probar, fui con el camarero y al llegar le pedí permiso para compartir postre con ella, me presenté, y pedí lo mismo que ella, aunque no me gusta, un trozo de tarta de whisky.
Ella rompió el hielo de aquella situación un poco tensa creada por mí, y me pregunto de donde era, cuando le iba a responder, se presentó diciendo, “perdón mi nombre es Laura” su voz me encantaba, y no podía quitar mi mirada de su escote, provocado por un botón desabrochado de su blusa, por donde se asoma la silueta de un sensual seno y su sostén blanco, me estaba poniendo cardiaco, y sin pensarlo, sin parar de hablar, pero sin darme cuenta de que, dejé deslizar mi mano por debajo ver la mesa, hasta tocar su pierna...

El muy cabron sin dejar de mirarme me ha puesto su mano en mi rodilla... y no sé, si darle un guantazo o seguirle el juego y disfrutar de esta noche... creo que voy a disfrutar, si quiere jugar... vamos a jugar.

Sin dejar de mirarle, introduzco en mi boca un trozo de tarta pero lo hago lentamente, apretando levemente mis labios en la cuchara soltando un - ummm!!! Que rico.- Él acaba de ascender un poco más su mano por mí entrepierna , como llevo pantalones estoy tranquila de que no va a introducirme ningún dedo, jeje.

Me está poniendo cardíaca... para acelerar el momento, con mi dedo recojo un poco de tarta que se me ha quedado en la comisura del labio, voy a chupármelo pero no me ha dado tiempo, es él quien ha cogido con suavidad mi mano y chupa mi dedo con una destreza que va a hacer que me corra aquí mismo.

Le pido que pare o follamos encima de la mesa... sus ojos brillan con mucha intensidad tanto que ya no aguanto más... Así que he acabo llamando al camarero, el chico al acercarse se ha percatado de su mano en mi muslo, su cara es un poema. Jajaja pobre chico lo que le estamos haciendo pasar. Una vez que ha apuntado la cena en mi cuenta de habitación, nos vamos derechos al ascensor.

Tenemos tantas ganas que nos comemos las bocas sin miramientos. Mis dedos ya han comenzado a desabrocharle la camisa, justo es ese momento se para el ascensor y se abren las puertas... menos mal que no hay nadie... está  loco me coge en brazos sin dejar de besarme y me lleva a su cuarto... creo que esta noche promete...

Una vez puesta la mano en rodilla, había dos opciones, una ganarme un bofetón, e irme a la cama calentito, y la otra irme a la cama calentito, pero con ella. Parece que va a ser lo segundo.

No podía dejar de mirarla, mientras con mi mano iba avanzando hacia su sexo, ella se metió un trozo de tarta en la boca, de una manera sugerente, jugando con la cuchara entre sus labios, y exclamando un “ummmmm”, que a mí
Me puso el corazón a cien, y mis manos comenzaron a sudar.

No dejo de mirarla, me tiene hipnotizado con esos ojos, y lo receptiva que está. Recogió entre sus dedos un trozo de tarta de sus labios, y antes de que hiciera nada, cogí su mano e introduje su dedo en mi boca, sacándolo lentamente, ella se mordió el labio inferior, y se le aceleró la respiración, sintiendo el calor de mi boca en todo su ser.

Me dice que pare o lo hacemos encima de la mesa, me tiene encendido, llama seguido al camarero, el pobre hombre no podía quitar la vista de mi mano, la que tengo encima de su muslo. Sin más nos vamos del restaurante.

Camino del ascensor nos íbamos comiendo las bocas con un furor tal, que saltaban chispas de nuestros labios, me había desabrochado la camisa aún sin estar en el ascensor. Ya en la planta, la cojo en brazos y besándonos la meto en mi habitación.

Ya dentro, la dejo de pie en el suelo, me quita la camisa, y yo le arranco su blusa...

Nada más entrar en la habitación cierra la puerta con el pie y me deja en el suelo, no puedo más que continuar lo que estaba haciendo en el ascensor, así que le he quitado del todo la camisa y voy besando poco a poco todo su torso hasta que llego a su cinturón. Lo desabrocho sin dejar de mirarlo, en apenas segundos ya tiene toda la ropa en sus pies.
¡Joder! Está bien dotado… y eso, me encanta. Le sujeto el miembro por el tronco para levantarlo un poco más y así puedo comenzar a lamerle desde los huevos hacía arriba. Está siendo un placer chuparle la poya, tanto que he decidido tumbarle en la cama y así lo hago de un solo empujón se ha quedado boca arriba, como yo quiero. Me gusta cómo me mira entre extrañado por mi descaro y el placer que le estoy dando.
Vuelvo a la carga con su poya, pero ahora se la chupo con más ímpetu, mi deseo y el de él está yendo en aumento. No puedo más y paro de golpe, nunca me quito los pantalones tan rápido pero antes de que pueda pestañear ya estoy de nuevo encima de él, introduzco su poya en mi coño y comienzo a cabalgarle, succionando su miembro con mis paredes vaginales en cada movimiento, ese esfuerzo hace que apoye mis manos en su pecho, con la consecuencia de que nuestros ojos se acaban de cruzar y saltan chispas. Me agarra del pelo y me tira hacía él comiéndome la boca y sin parar de bombearme desde su posición acompasando nuestros movimientos. Eso hace que no tardemos en corrernos.
Acabamos acelerados y tumbados uno al lado del otro. Sigo excitada y no sé porque, pues acabo de correrme. Estoy intentando relajarme pero no puedo, así que miro el reloj y me animo a probar a ver si responde otra vez este adonis. Vuelvo a la carga lamiendo su miembro de nuevo y me quedo asombrada pero feliz pues responde rápidamente. Pero esta vez él me ha cogido la delantera y me acaba de poner a cuatro patas. Me abre bien las piernas y comienza a chupar mi sexo, no puedo parar de gemir, mi cuerpo está muy, muy excitado. Se ha dado cuenta y me la mete sin compasión embistiendo con ganas y agarrándome bien de las caderas. El roce de su poya dentro de mí hace que me corra rápido. No he dejado de temblar de la corrida y me la ha sacado toda empapada, jugando con su glande en mi ano, ha humedecido la entrada y la mete hasta el fondo, me embiste suave sin llegar a sacarla del todo mientras sus dedos despiertan otro orgasmo en mi clítoris, después de ese es cuando comienza a bombearme bien fuerte por detrás reventado de placer, dejándose caer suavemente en mi espalada y comiéndome a besos la nuca me dice —Gracias Laura por todo este placer que hacía mucho que no sentía con nadie. — y yo le conteste. — Gracias también a ti Javier, pues nos ha pasado lo mismo. Nos quedamos dormidos, no sé ni qué hora es pero me levanto despacio y cojo mi ropa para volver a mi cuarto, creo que es mejor no despertar a esta adonis del sexo.

Me quita la camisa y me va besando todo mi pecho, bajando hasta el ombligo, me estoy empalmando poco a poco. Llega a mi pantalón, y mirándome a la cara, cosa que me pone frenético, me baja la ropa.
Y sin pensarlo, me agarra y me lame mi falo, desde mis huevos hasta la punta de mi capullo, me la chupa suavemente, notando como va engordando en su boca y, de un empujón, me tumba en la cama, me dejo hacer, me está encantando como me chupa la poya, vuelve a tomarla ahora con más fuerza e ímpetu. De repente para, y cuando quiero ver, me está cabalgando, con movimientos acompasados, apretando mi falo con su coño, para sentirla más aún, le agarro del pelo para comerme sus labios, besarla hasta quedarnos casi sin respiración, siguiendo con la cabalgada, moviéndonos los dos como uno solo, y llegando a corrernos juntos, woooo maravilloso. Acabamos extasiados tumbados uno al lado del otro. Sin casi respiro y ni cruzar palabra, vuelve a meterse mi poya en su boca, y vuelve a ponerme mi miembro erecto, jamás he conocido mujer igual. La jalo y la pongo a cuatro, abro sus piernas y la como su coño separando los labios con mi lengua, para jugar con su clítoris, no deja de gemir y moverse de placer, esto me excita aún más, y la ensarto mi poya en su vulva y agarrándola de las caderas, la follo fuerte, hasta notar como se corre, como gime de placer al correrse. Paro de repente, y saco mi falo empapado, y lo presento en su ano, y la enculo suave poco a poco hasta el fondo, hasta que mis huevos dan en su entrepierna, mientras con mis dedos juego en el interior de su coño, haciéndola correr otra vez, y yo desbordando mi leche en su culo, me tumbo despacio encima de la espalda de ella, mezclando nuestros sudores, besándole la nuca y susurrándole “gracias Laura por todo este placer que hacía mucho que no sentía con nadie”, y ella me contestó “ gracias a ti Javier” nos quedamos dormidos, ella encima de mi pecho.

Cuando desperté, no estaba a mi lado, me levante, me puse una toalla en la cintura para tapar mis partes, y fui a buscarla, llame a su habitación, y me abrió la puerta, preparada para darse una ducha

Estaba a punto de meterme en la ducha, cuando escucho unos golpes en la puerta, me lio la toalla y voy a ver quién es. ¡No puede ser!... es Javier tan solo con la toalla. Verle así me pone de nuevo a cien y lo único que se me ocurre es cogerle del brazo y meterlo a mi habitación. En cuanto cierro la puerta, lo empujo contra ella y comienzo a comerle la boca, no sé qué narices tiene este hombre que saca la parte sexual más agresiva que tengo. Me hace perder los papeles. De un solo movimiento le quito la toalla y le cojo su miembro que ya está empalmado, lo acaricio y meneo. Me quito mi toalla y de un solo salto me cojo a su cintura agarrándome el por el trasero introduzco su poya en mi coño y comenzamos a follarnos mutuamente…

Me enganchó del brazo y me metió en su habitación, allí contra la misma puerta nos comíamos los labios jugando con nuestras lenguas, estaba más excitado que la noche anterior, nos quitamos las toallas, la empecé a acariciar y tocar sus pechos, mientras ella me cogió de mi falo y sé lo introdujo en su sexo, follamos los dos juntos. La jale y la aupé, se agarró fuerte de mi cuello y con sus piernas se enganchó de mi cintura, seguíamos follando, mientras la llevaba a la ducha, ya dentro la puse mirando a la pared, estaba con las manos en alto y las piernas abiertas esperando a que la poseyera de nuevo, el agua le corría por el cuerpo, woooo como me estaba poniendo. Introduje mi poya por su ano y la folle, mientras con una mano la masturbo para que se corra en mis dedos, con la otra acaricio sus pecho y sus pezones duros como piedras, gira su cuello y entre gemidos me come la boca, me muerde el labio. Retuerce su cuerpo y se corre en mi mano, al mismo tiempo estallo mi leche caliente en su culo estrecho. Woooo ha sido fantástico, nos miramos, besamos, acariciamos y nos duchamos juntos. Le digo — eres fantástica Laura, jamás he tenido una mujer como tú entre mis brazos — ella me dice que le pasa lo mismo conmigo y me da un beso con lengua. Será el último, me despido — espero volver a verte y repetir lo vivido— Tengo que llegar a Sevilla a primera hora y no llego. Corro a mi habitación a vestirme y marchar de viaje, ha sido un acierto de noche y de hotel en Madrid.
He de reconocer que como ese hombre me ha hecho sentir, nunca lo había sentido con ningún otro. Su despedida fue alucinante y me quedará grabada a fuego. Lo difícil será volver a coincidir pues no nos dimos nuestros respectivos números de teléfono. Pero ha valido la pena conocerle y haberme soltado la melena por una vez con un desconocido.

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