BELLA ( A dos Plumas )
Ya pasaron casi
los quince días, me cuesta el estar sin verla ni besarla. Sigo con mi trabajo,
es la única forma de quitarme ese deseo desenfrenado que le tengo. Al llegar a
casa abro el portátil y me sale un aviso de entrada de un email. Dejo mi
chaqueta y me siento cómodamente para abrir ese y el resto de los que entraron
por la mañana. Me quedo helada cuando al abrirlo veo una dirección de hotel,
número de suite y una hora, aparte de eso me pide que vaya con el vestido de
gala que me regaló... qué narices vamos a hacer ese sábado noche?... bueno
parte de lo que se puede hacer ya lo está sintiendo mi sexo lubricando sin
parar. Pensar en ella me despierta mi lado más salvaje del deseo. Sin más
demora me apresuro a contestarle al correo, preguntándole que vamos a hacer...
sé que no va a soltar prenda... pero, por intentarlo...que no quede. Los tres
días que faltan para el sábado se me hacen eternos, no ha habido noche, que no
me haya masturbado pensado en su boca, en su lengua, en sus manos y esos dedos
habilidosos. ¡¡Que peligro de mujer!!! Llega el día señalado, solo recibo un
mensaje donde me recuerda que sea puntual... así que me doy una buena ducha
después de depilarme entera, hidrato mi piel y me hago un pequeño recogido para
ir a juego con el vestido, me enfundo en él y me pongo mis taconazos. Echo al
bolso lo necesario pues al ser de mano coge poco y me dirijo a la calle, ya
está el taxi que he pedido...le indico la dirección y nos ponemos en marcha.
Por mi cabeza pasan ideas sin sentido y a lo loco pues no sé qué sorpresa me
tiene preparada. Llegamos a la puerta del hotel y al parar el taxi un chico muy
elegante viene a abrirme la puerta y me ayuda con su mano a salir del coche. Me
dice que Bella me está esperando dentro... mi estómago se encoge y mis manos
comienzan sudar, espero no meter la pata por los nervios, con lo patosa que me
pongo en ese estado... respiro hondo cuando pasamos la puerta de entrada y voy
marcando mi respiración conforme nos acercamos a la puerta del salón. Lo
cruzamos entero hasta una zona VIP... la puerta está cerrada y el chico me deja
allí, indicándome que no me mueva que enseguida vienen a por mí...
Sé que está de
los nervios, me gusta provocar expectación en ella, jugar con su mente,
provocar miles de ideas por su cabeza; en sí no saber que he preparado le pone
cachonda y eso me encanta. Estoy segura que su sexo está húmedo, la veo entrar,
la observo, se ha puesto el vestido tal y como le pedí, sus movimientos son
lentos, medidos, casi puedo decir que es un ángel deslizándose por la estancia.
Su cabello recogido deja entrever su cuello, esa nuca que me encanta besar y
humedecer con mi lengua. Se detiene un momento, buscando con sus grandes ojos
marrones mi presencia sé que se siente insegura, pero no porque lo sea, más
bien es por mi manera de jugar, por como provoco un nudo en su estómago
mientras no sabe lo que va a pasar. Es hora de salir, de acercarme a ella por
la espalda deslizar mi mano por su nuca, retirar los mechones que le caen,
acercar mi boca y que sienta mi aliento deslizarse suavemente como brisa
caliente por su piel mientras mis labios resbalan por su epidermis provocando
que esta se erice, y eso hago, nada más sentirme da un pequeño respingo a lo
que yo respondo sujetándola por la cintura y apretando su cuerpo contra el mío;
se le escapa un gemido imperceptible a la lejanía, pero que yo siento tan
profundo como su deseo por mí cuando la toco. -Pequeña. Te extrañaba- Le
susurro mientras sigo besando su nuca. - ¿Qué has preparado esta vez? -
pregunta. -No tengas prisa, preciosa. Todo lo bueno, se hace esperar. Ahora
vamos a cenar. Después... La dejo con la incógnita, giro su cuerpo, su mirada
se encuentra con la mía y sé que estoy perdida. Su dulce boca, su sonrisa
pícara y su manera de transmitir me provocan besar su boca, ahondar en ella con
mi lengua como si su saliva calmará una sed infinita. Esa que me provoca
ella...
Sentir levemente
sus pasos deslizarse detrás de mí, hace que un escalofrío recorra todo mi
cuerpo y no por miedo, sino por lo que Bella provoca en mí. Sentir el tacto de
sus suaves dedos en mi nuca mientras con sutileza acerca su boca y la suave
piel de sus labios hace que mi cuerpo responda. Sentir sus brazos rodeándome y
apretándome contra su cuerpo hace que mi interior empiece a explotar deseándola
cada vez más, sin saber qué paso va a dar. Sentir su voz estremece mi alma,
solo deseo sentirla más y más. Pero me deja claro que primero es la cena... es
dura y no va a soltar prenda de lo que va a acontecer después. Me gira y el
cruce de miradas es inexplicable, esos ojos azules me cautivan, me atraen de
tal manera que solo deseo devorar su boca ahí mismo y que nuestras lenguas se
enreden sin poder soltarse. Sin poder remediarlo nos perdemos en un beso tan
intenso que nuestras manos se pierden en nuestros sexos acariciándonos de tal
manera que acabamos corriéndonos y ahogando nuestros gemidos entre nuestras
bocas unidas. Sacamos las manos de nuestras entrepiernas y chupamos cada una
sus dedos... He de decir que su sabor es muy adictivo tanto que me cuesta
contenerme y no lamerme toda la mano para no dejar nada... pero me gusta
provocarla, así que empiezo a lamer mi mano mirándole directamente a esos ojos
claros. Mientras con una sonrisa ladina sigo lamiendo lentamente mi mago gimiendo
del placer que me produce su sabor y el saber que eso le pone a mil...
Ella siempre tan
impaciente, ha buscado provocar la situación, allí mismo, sin ser capaz de
contener el deseo que me suscita, me he dejado llevar; pero a partir de ahora
va a tener que esperar, quiero poner al límite su deseo, jugar, provocar hasta
que sus súplicas sean escuchadas en el mismísimo infierno. Lamo su sabor de mis
dedos y de la comisura de sus labios, me acercó a su oído… - Y ahora, vamos a
cenar. Me sonríe… -¿Por Qué no pasamos de la cena?- dice mientras con sus
deditos busca mi escote. Le retiro la mano de manera firme y le miro a sus
grandes ojos... -No estoy de broma, Gala. Se ha acabado el juego, no rechistes
más... Su sonrisa se torna apagada por un momento, me acerco a ella y le doy un
leve beso en la comisura de los labios. -Haz caso preciosa, la espera merece la
pena… Agarro su mano y tiro de ella hacía el salón, donde está nuestra mesa,
los comensales que allí se encuentran nos observan, ella me mira extrañada,
todos, hombres y mujeres visten de negro y llevan extrañas máscaras que hacen
el lugar de lo más misterioso, hay poca luz, una música suave y relajante se
escucha de fondo, los invitados siguen cenando, bebiendo de sus copas… A Gala
le cuesta avanzar y tengo que tirar de ella, nuestra mesa está en el centro del
salón, rodeados de toda la gente, que se giran a nuestro paso… Ella me mira de
soslayo, sé que está inquieta, tiembla y mi trama está a punto de empezar, pero
tendrá que ser muy paciente, mucho...
Ese gesto seco
de parar mi mano me ha dejado un poco descolocada, pero ella es así, le gusta
marcar las reglas del juego. Lo que pasa es que a mí también me gusta de vez en
cuando y no sé si esta noche es la idónea para sacar a la gatita que llevo dentro.
Me extrañó ver tanta gente en el salón tuve la esperanza de que íbamos a estar
solas. Para más inri iban todos de negro y esas mascaras no me convencen. Menos
mal que la música es relajante y amansa a la fiera que llevo dentro y pelea por
salir. El mal trago para mi es ser observada nunca me habían mirad así, eso
hizo que mi cuerpo temblara ya no sé si de excitación o de no saber que me
tenía esta mujer preparado. Llegamos a la mesa donde había un candelabro con
cinco preciosas velas rojas encendidas, la presencia de todo el contenido que
rodeaba esas tenues luces estaba colocado muy elegantemente, sobre un mantel
negro… todo a juego. Dos camareros nos ayudaron a acomodarnos en nuestras
sillas, sin mediar palabra se fueron a lo que yo aproveché para hablar. —Esta
todo precioso Bella, como siempre sabes mantenerme en vilo… —
No me queda otra que esperar. Vuelven los chicos con varios platos en sus
manos, por el aroma que me llega creo que es marisco… la noche promete y no se
bien que me espera. Solo espero estar a la altura de las circunstancias, me da
la sensación de que voy a probar sensaciones nuevas para mí.
La observo, me
encanta ver sus grandes ojos recorrer la sala con inquietud, queriendo
descubrir que es lo que va a pasar, pero sin poder hacer nada más que divagar
entre posibles situaciones en su mente, ese es mi juego, esa expectación que
siente en ese momento y que transmite con sus sutiles temblores, que intenta
que no sé noten pero que yo adivino solo observando sus movimientos e
imperceptibles tics para el resto, pero que yo me conozco al dedillo.
Nos traen la
cena, está todo organizado de manera que ella no pida nada, el servicio se
encargará de todo, el vino, la preparación; todo pensado. Como las imágenes que
va a ir viviendo a lo largo de la cena, sin que pueda más que observar y
sentir.
El primer plato
está pensado para explotar en el paladar, deleitarse con la exquisita mezcla de
sabores del mar, con la profundidad y la fuerza de una salsa de marcado
carácter que acompañada de un vino servido frío le aportará un matiz exquisito
y embriagante al mismo. Pero lo que ella no espera es como va a ser servido y
como lo va a tener que comer. Ya han dejado los platos sobre la mesa, hago un
leve movimiento de cabeza que da la señal, el espectáculo va a empezar; las
luces se apagan, solo las llamas de todas las velas alumbran la estancia. Suena
Crazy in Love, y dos mujeres de al lado se levantan siguiendo el ritmo de la
música, Gala callada busca mi mano le hago una señal de calma y de que se esté
quieta, las mujeres se retiran sus vestidos de fiesta y se quedan en ropa
interior se acercan la una a la otra y empiezan a besarse y a tocarse mientras
los demás siguen cenando y observando la escena, sus máscaras y lencería
sensual provocan. Observa callada como se acercan hasta nosotras, las dos
mujeres me rodean, ella no quita ojo de encima mientras con sus manos empiezan
a tocar mi cuerpo, las beso sin dejar de mirar a Gala que no se ha movido ni un
ápice de su asiento. Me levanto para dirigirme hacia ella, ha llegado la hora
de cenar...
Cuando estoy a
su lado, una de las mujeres me ofrece un plato cubierto con un pañuelo negro.
Lo levanto delante de sus ojos, para que vea lo que es, está apunto de decir
algo, pero le cubro los labios con un profundo beso que le hace estremecer.
—Te voy a
inmovilizar para cenar— Sé que no
entiende nada, pero me ha prometido que se dejará llevar y sé por su manera de
besar que esta excitada.
Le pongo las
esposas con los brazos hacia atrás y la ato a la silla, de manera que esté
cómoda, puedo ver como la saliva desciende por su garganta, le acaricio
levemente la tráquea y ejerzo una pequeña presión en su cuello cuando le vuelvo
a besar, respirando solo de mí.
—Ahora los ojos—
Asiente
Cuando esta
lista me siento cerca de ella que note mi presencia y vuelvo dar la señal, las
dos mujeres se acercan a la mesa y cogen los cubiertos de Gala, destapan su
plato, es hora de que la alimenten...
Sentir sus
labios me provoca más excitación… mucho más después de haber visto a esas dos
mujeres moverse sensualmente y sobarse delante de todos, son una mezcla de
sensaciones que aumentan mis ganas y controlarlas cada vez me cuesta más… lo
que me faltaba era ver como besaban a Bella y sus azules ojos clavados en mí.
No me queda otra que asentir y seguir el juego, sabía que esta noche ella tenía
algo especial para mí y ese algo sé que iba a ser impresionante para todos mis
sentidos y experiencias vividas hasta ahora.
Notar las
esposas y la inmovilidad que ejercen sobre mis brazos está causando un ligero
mareo en mi cabeza, cierro mis ojos y me dejo llevar por la suavidad de sus
manos y de sus labios. Me tapa los ojos y ahí comienza la fiesta. Noto rondar a
las dos mujeres a mi lado, puedo escuchar como comienzan a preparar el
contenido que desconozco que es, y venía en el plato. El primer roce es en mi
mejilla, una de ellas me acaricia con la lengua cerca de mis labios hasta que
los abro y una sensación fría se posa en mi lengua —Eso
es, mastica Gala — La voz de Bella me acompaña y
eso me hace sentirme segura. Por la textura
y su movimiento en mi boca es una ostra. Mastico suavemente y saco todo
el sabor que esa exquisitez desprende, en mi boca comienza una explosión de
sabores, pues seguidamente introducen como una salsa acompañada parece ser de
algún otro marisco, que no llego a deducir cual es. Cuando ya he tragado todo,
siento el tacto inconfundible de Bella que con su boca me da de beber un
exquisito vino. Mi sexo no para de lubricar siento el murmullo del resto de los
comensales que se encuentran en la sala, y eso hace que mi cuerpo tenga un
ligero tembleque por los nervios, de no poder ver que está pasando. Bella al
notarlo mete su mano en mi sexo y
comienza a acariciarlo, mientras ellas no paran de darme de comer. Una de ellas
después de darme un poco de vino me da con su boca un trozo de comida
saboreando las dos el bocado, a todo esto Bella no ha parado de masturbarme,
mis sentidos están todos a flor de piel
quiero correrme, pero me deja claro que aún no — ¡Shiii!
Aún no pequeña, debes aguantarlo un poco más —
mis gemidos iban en aumento, y las tres no paraban de hacer con mi cuerpo
maravillas para los sentidos…
No dejo que se corra, no es el
momento, me mira con esa carita suya de no romper un plato. —La paciencia es
una virtud, preciosa— Su cara es un poema, sé lo nerviosa que le pone que no
deje que su orgasmo acabe, pero así lo disfrutará más cuando llegue el momento
de entregar su placer. Con un gesto casi imperceptible ordeno que se retiren a
las chicas, el postre será el plato fuerte y estoy deseando ver su cara y sé
que lo disfrutará como nunca, su piel, su mente toda ella está sensibilizada.
Seguimos la cena de manera normal, con una conversación amena y distendida pues
quiero apartar su mente de lo que pueda suceder, ella sabe cómo juego pero eso
no implica que no sepa cómo conseguir que se evada lo suficiente para dejar de pensar
en la situación, devolviéndola a una cena normal aunque su inconsciente este
activo y preparado para volver a disfrutar de las sensaciones. Han pasado ya
veinte minutos y he conseguido que Gala, se centre en mi conversación, deje de
observar a su alrededor y vuelva hablar de cosas banales como el trabajo o los
zapatos que le gustan de la tienda de al lado de casa, ahora está de nuevo
preparada para sentir, para profundizar en su mente y envolver su piel de nuevo
de placer. Todo está preparado a su espalda, sin ella saberlo, la mesa donde va
a descansar su cuerpo desnudo en medio de la sala ha sido cubierta por una tela
de raso roja, un pequeño cojín negro para que apoye su cabeza y al lado los
postres que van a ser extendidos por su piel y devorados por todos los
comensales de la sala, provocando en ella el placer que deseo. Me acercan de
nuevo, la tela que usaré para cubrir sus ojos, ella me observa y ya siento un
leve temblor apoderándose de su pequeño cuerpo. —¿ Y ahora qué, Bella?— Me
levanto en cuanto me hace la pregunta, me acerco a ella, deslizo suavemente mi
lengua por su cuello y dejando reposar mi boca junto a su oído, le susurro:
—Ahora simplemente, te voy a cubrir los ojos, te desnudaran y dejaran tu cuerpo
reposar sobre una mesa que he preparado para ti. Tú harás caso, te dejaras
llevar por lo que vas a sentir y todo fluirá en ti. Gala se tensa, sé que la
expectación le invade, la sostengo mientras las dos chicas de antes la empiezan
a desnudar sin dejar que se gire, cuando su cuerpo está a la vista de todos sus
mejillas se sonrojan, le sonrío sé que eso le aporta la tranquilidad que
necesita, ella se fía de mí, me he ganado su confianza con el tiempo y sabe que
nunca haré nada que le haga daño o le haga sentir incomoda. —Ahora preciosa, te
voy a poner la venda. Si en algún momento no puedes con ello, conoces tu
palabra de seguridad, estaré a tu lado siempre, me oirás, me sentirás. Deja que
tu cuerpo fluya, que tu mente se libere— Asiente, simplemente. Sabe que ha
llegado el momento. La dirigimos a la mesa, sus temblores son cada vez más
perceptibles, pero estoy a su lado siempre, mi voz la tranquiliza y mis manos
no dejan el contacto con su piel, sé que necesita sentir mi tacto. La tumbo, le
digo al oído que va a empezar a sentir frío y calor sobre su cuerpo, según el
postre que le vayan poniendo sobre la piel, asiente sin soltar mi mano. Noto
como su cuerpo empieza a reaccionar a las texturas, como contiene sus escalofríos,
poco a poco los comensales se van acercando a la mesa. Cuando está lista…
—¿Preparada?— su sonrisa me confirma que si lo está. —Señoras, Señores el
postre está listo— Digo en voz alta.
Sé que en la cabeza de Bella
siempre fluyen ideas a veces difíciles de encajar para mi vergüenza pero sabe
relajar mi mente y esta noche la está abriendo más de lo que yo podía esperar.
El poder seguir la cena con normalidad me hace sentirme más relajada y
distendida, pero sin olvidar que sé que algo lleva escondido en la manga, sus
finales de noche suelen ser apoteósicos. Escuchaba mucho ruido a mi espalda y
un trasiego de gente poco común para la tranquilidad que se respiraba al llegar
aquí. Cuando terminamos el segundo plato entre besos y risas, se acercaron otra
vez las dos chicas de antes y mi piel se erizó y más cuando Bella se levanta y
coge de nuevo el pañuelo que le habían traído y el que había utilizado antes
conmigo. Sentir como me desnudan ya es otro reto para mí y saber que me espera
una mesa donde me van a tumbar… ya ni os cuento… me explica todo lo que va a
suceder en el postre, qué casualmente yo iba a ser el plato. Eso me pone tensa
pues eran sensaciones desconocidas para mi cuerpo. Pero me dejo llevar de su
mano como siempre, mi confianza en ella es muy fuerte. Menos mal que no dejó en
ningún momento de tocarme, eso me daba cierta seguridad. Cuando ya estaba
preparada y me tumbaron en la mesa y su voz comunicando que el postre ya estaba
servido hizo que me tensara de nuevo. Pero conforme iba notando las texturas en
mi cuerpo y todos esos labios rozar mi piel no pude más que dejarme llevar y
dejar mi mente en blanco para que pudiesen entrar todas esas nuevas
sensaciones. Mi sexo no paró de lubricar, el sentir ciertas bocas cerca de esa
zona elevo mi excitación, consiguiendo que no parase de emitir gemidos. Bella
se acercó a mi oído y susurrándome me pregunta si lo estoy aguantando bien y sí
quiero seguir. Sentir el roce de sus labios en mi oreja hace que me corra,
contestándole con un sí bastante audible para todos los presentes que no paran
de comer. Ese no fue el único orgasmo del postre, pues Bella no duda en poner
uno de sus pezones en mi boca, la cual succionaba sin compasión ese dulce montículo
del pecado. Alguien se pone debajo de ella y comienza a lamerle el sexo al
mismo tiempo, los gemidos de Bella hacen que ese postre no solo entre en mi
mente como un huracán, sino, que la desee más. Necesito ser yo la que le coma y
succione su clítoris y beberme ese dulce manjar que me vuelve loca… pero las
bocas de los comensales son cada vez más hábiles a la hora de coger el alimento
con tal destreza que mi cuerpo esta extasiado de placer. Sé como se siente, su
piel erizada es la muestra a su disposición a todas las sensaciones que he
deseado para ella, despertar cada célula de su piel, llevar el placer al límite,
compartir con extraños su cuerpo, llevando yo el control, ese placer que me
otorga es mío y ella lo sabe.. Cuando sus orgasmos empezaron a ser continuados,
a deleitarnos con chorros de placer, mojando todo, en ese momento supe que su
entrega era mi más preciado tesoro, mi Gala, mi amiga, mi amante… —Ya es hora,
pequeña— me observo, su cuerpo aún temblaba entre mis brazos, agarré una
pequeña bata de seda que tenía dispuesta y se la puse, los comensales siguen
disfrutando entre ellos de sus cuerpos, de la lujuria, de la pasión.
La cogí de
la cintura, mientras avanzamos hacia nuestra habitación, su cabeza descansaba
sobre mi hombro y su aroma mezclado con sexo me embriagaba de nuevo. Acerqué mi
boca a su oído; — Te quiero, pequeña— dije susurrando… Ella solo me respondió
con un leve ronroneo, que alteró de nuevo mi piel… Ahora era nuestro momento….
Escribir con Bernice, es una
experiencia motivadora, sensual y atrevida, como besar sus ardientes labios, o
disfrutar de la vida y momentos juntas. Yo también te quiero mi pequeña Bella…
Texto escrito a medias por Bernice Xanthe y Geraldine Lumiere